domingo, 14 de junio de 2015

¿Y si una persona cayera en un agujero negro?

El agujero negro es uno de los objetos cósmicos más extraños conocidos hasta ahora. Su naturaleza contiene misterios que permanecen fuera del entendimiento humano. ¿Qué sucedería si alguien cae en un agujero negro? Probablemente pensemos que acabaría aplastado, pero la realidad es mucho más compleja.

Según un artículo publicado en BBC ciencia, en el instante en el que una persona cayera en el agujero, la realidad se dividiría en dos. En una de ellas sería incinerada inmediatamente y en la otra se sumergiría en el agujero, totalmente ilesa. Y es que los agujeros negros son lugares en los que las leyes de la física que conocemos pierden sentido.

Albert Einstein demostró que la gravedad es efecto o consecuencia de la geometría curva del espacio-tiempo. Los cuerpos dentro de un campo gravitatorio siguen una trayectoria espacial curva, aun cuando en realidad pueden estar moviéndose según líneas de universo lo más «rectas» posibles a través un espacio-tiempo curvado.

Así que, debido a un objeto suficientemente denso, el espacio-tiempo puede curvarse tanto que termina conformando un agujero a través de la propia estructura de la realidad.

Una estrella grande que se quedó sin combustible puede producir el tipo de densidad necesaria para crear el agujero en cuestión. Como se dobla bajo su propio peso y explosiona hacia dentro, el espacio-tiempo se curva junto a ella. Así, el campo gravitatorio se vuelve tan fuerte que ni siquiera la luz puede escapar de él. Y, como consecuencia, la zona en la que solía estar la estrella oscurece por completo; se vuelve un agujero negro.

El límite exterior del agujero es su horizonte de sucesos, el punto en el que la fuerza gravitatoria contrarresta precisamente los esfuerzos de la luz para escapar de ella. De ir más allá de éste, ya no habría escapatoria posible.

El horizonte de sucesos se llena de energía. Los efectos cuánticos en el borde crean corrientes de partículas calientes que se irradian en el universo. Esto se conoce como radiación de Hawking, por el físico Stephen Hawking, quien predijo el fenómeno. Con el tiempo suficiente el agujero negro irradiará toda su masa y desaparecerá.

Cuanto más se adentre en el agujero negro, más curvo se hará el espacio, hasta que, en el centro, se convertirá en infinitamente curvo. Es la particularidad del fenómeno. El espacio y el tiempo dejan de ser ideas con sentido y las leyes de la física, tal como las conocemos, ya no son aplicables.

Así que, ¿qué es lo que ocurre si accidentalmente un individuo cae en uno de estas aberraciones cósmicas?

A medida que se acelera hacia el horizonte de eventos, la persona se estiraría y contraería, como si mirara a través de una lupa gigante. Cuanto más cerca esté del horizonte más lentamente parecería avanzar, como a cámara lenta.

Al llegar al horizonte, se quedaría inmóvil, tendido en la superficie del horizonte mientras el calor, cada vez mayor, comenzaría a engullirlo. Lentamente desaparecería por la interrupción del tiempo y el fuego de la radiación Hawking. Antes incluso de cruzar hacia la oscuridad del agujero negro, sería reducido a ceniza.

Desde dentro navegaría directamente hacia el destino más siniestro de la naturaleza sin ni siquiera recibir un golpe, un empujón, sin que nada le tire. Esto se debe a que está en caída libre y, por lo tanto, no hay gravedad. Algo que Einstein llamaba su «pensamiento más feliz».

Aunque si el agujero negro fuera más pequeño tendría un problema. La fuerza de gravedad sería mucho más fuerte en sus pies que en su cabeza, por lo que se estiraría como un espagueti. Pero si es un agujero grande, millones de veces mayor que el sol, las fuerzas que podrían volverlo espagueti son suficientemente débiles como para ignorarlas.

De hecho, en un agujero negro suficientemente grande podría vivir el resto de su existencia de forma bastante normal. ¿Pero cuán normal sería en realidad, dado que estaría siendo absorbido a través de la ruptura de la continuidad del espacio-tiempo, arrastrado contra su voluntad, sin opción de volver atrás?

El tiempo solo avanza, nunca retrocede. Y esto no es solo una analogía. Los agujeros negros deforman el espacio y el tiempo de una forma tan extrema que dentro del horizonte de estos fenómenos ambas dimensiones intercambian papeles. En cierto sentido, es el tiempo lo que realmente tira hacia adentro. No se puede dar la vuelta y escapar del agujero, del mismo modo que no se puede regresar al pasado.

Las leyes de la naturaleza requieren que la persona permanezca fuera del agujero negro. Esto se debe a la física cuántica exige que la información nunca se puede perder. Cada bit de información que da cuenta de su existencia tiene que permanecer en el exterior del horizonte, para que no se rompan las leyes de la física.

Pero por otro lado las leyes de la física también dictan que navegue a través del agujero sin encontrarse con partículas calientes ni nada fuera de lo normal. De lo contrario, estaría violando el pensamiento más feliz de Einstein y su teoría de la relatividad. Así que las leyes de la física necesitan que esté a ambos lados del agujero; fuera convertido en una pila de cenizas y dentro intacto.

Sin embargo, una tercera ley dice que la información no puede ser clonada. Así que tiene que estar en dos lugares pero sólo puede haber una copia. De alguna manera, las leyes de la física nos apuntan hacia una conclusión que parece bastante absurda.

Los físicos llamaron a este enigma exasperante la paradoja de información del agujero negro. Pero por suerte, en la década de 1990 encontraron una manera de resolverlo. Leonard Susskind, profesor de física teórica de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, se dio cuenta de que no había tal paradoja porque nadie nunca ve su clon. Además, no hay un tercer observador que pueda ver el interior y el exterior del agujero simultáneamente. Así que ninguna ley de la física se rompe.

A menos que quieras saber cuál de las dos historias es la verdadera. ¿Está realmente vivo o muerto? El gran secreto que los agujeros negros revelaron es que no existe ese concepto de realidad. Lo real depende de quién pregunte. Así, existen dos realidades.

Así que volvemos a estar donde empezamos: ¿Qué ocurre cuando una persona cae en un agujero negro? ¿Se desliza al interior y vive una vida normal, gracias a una realidad que, extrañamente, depende de quien la ve? ¿O nada más llegar al horizonte de sucesos colisiona con un cortafuegos mortal?

Nadie conoce la respuesta y se ha convertido en una de las cuestiones más polémicas de la física fundamental. Si la verdadera naturaleza de la realidad yace oculta en alguna parte, el mejor lugar en el que buscarla es en un agujero negro. 

Depósitos de vidrio encontrados en Marte.

Se han detectado depósitos de vidrio dentro de los cráteres de impacto en Marte. Aunque estas depresiones se forman en el calor abrasador de un impacto violento, pueden proporcionar pistas sobre vida pasada en el planeta rojo.

En 2014 se encontró en la Tierra moléculas orgánicas y materia vegetal sepultadas en vidrio. Eran resultado de un impacto ocurrido hace millones de años en Argentina. Schultz sugirió que procesos similares podrían preservar signos de vida en Marte, si estaban presentes en el momento de un impacto.

Ahora, investigadores de la agencia estadounidense han querido probar que esto era posible mediante un trabajo, publicado en «Geology», que, según los científicos, traerá importantes datos sobre la conservación de firmas biológicas en el planeta rojo.

Uno de los autores, Kevin Cannon, ha señalado que existen «grandes depósitos de vidrio» en varios cráteres antiguos, pero bien conservados, en Marte. Para el trabajo han ido escogiendo los depósitos vidriosos identificando los minerales y tipos de roca de forma remota. Los científicos midieron los espectros de la luz reflejada por la superficie del planeta, aunque un vidrio de impacto «no tiene una señal espectral particularmente fuerte», según ha apuntado.

«El vidrio tiende a ser espectralmente soso o débilmente expresivo, por lo que sus señales tienden a ser abrumados por los trozos de roca que se mezclan con él», ha apuntado el investigador. Sin embargo, el equipo encontró una manera de burlarse de esa señal.

En un laboratorio, mezclaron polvos con una composición similar a la de las rocas marcianas y, mediante un horno, las utilizaron para formar vidrio. A continuación, midieron la señal espectral del vidrio.

Una vez la tenían, se utilizó un algoritmo para seleccionar señales similares en los datos del Espectrómetro de Imágenes de Reconocimiento Compacto de MRO, que era el «investigador principal adjunto».

Así fue como los depósitos se hallaron en varios picos centrales de los cráteres de Marte, en montículos escarpados que, a menudo, se forman en el centro de un cráter durante un gran impacto. Los expertos señalan que el hecho de que los depósitos se encuentren en los picos centrales es un buen indicador de que tienen un origen de impacto.

«Además, la situación sugiere que los depósitos de vidrio de impacto son relativamente comunes en Marte», ha indicado el director de la división de ciencia planetaria de la NASA, Jim Green. «Estas áreas podrían ser objetivos para la exploración futura con los nuevos exploradores científicos robóticos o humanos», ha añadido.

Uno de los cráteres que contienen vidrio, llamado Hargraves, se encuentra cerca del canal de Nili Fossae y tiene alrededor de 650 kilómetros de longitud. La región es uno de los lugares de aterrizaje que se barajan para el futuro rover de la NASA en Marte para 2020. 

Robot japonés que hace mímicas de movimientos.

Una empresa japonesa especializada en la fabricación de maquinaria industrial ha programado uno de sus robots para reproducir los movimientos de un maestro de la katana, la espada japonesa empleada antiguamente por los guerreros samurái. La compañía Yaskawa Electric tardó dos años en poner en práctica el denominado proyecto Bushido (código samurái), en el que programaron a uno de sus robots para emular los movimientos del japonés Isao Machii.

Machii es un maestro de la espada japonesa incluido en el Libro Guinness de los Récords desde septiembre de 2007 por haber realizado 1.000 cortes en láminas de tatami enrolladas con una espada en el tiempo récord de treinta y cinco minutos y cuatro segundos. Además, es un experto del «iaido», una antigua técnica para desenvainar la katana a gran velocidad y realizar cortes preciosos.

El ejemplar empleado durante el proyecto fue su modelo Motoman-MH24, comercializado para efectuar tareas de ensamblaje, así como para el transporte y manejo de materiales en fábricas. El 80% del sector robótico de la compañía se destina al extranjero, según datos de la empresa. Yaskawa Electric, que recientemente inauguró un «Robot Village» (pueblo robot) para que los turistas puedan descubrir los últimos avances en maquinaria industrial y robótica, emprendió el proyecto para conmemorar el nacimiento de la empresa hace un siglo. 

Se podría llegar a monitorizar la actividad cerebral.

La actividad cerebral se puede monitorizar en tiempo real con diminutos y flexibles inyectables electrónicos, según un nuevo estudio realizado con ratones. Estos dispositivos podrían un día ser utilizados para realizar un mapa de la actividad del cerebro, o incluso para estimular a personas con problemas como el Parkinson.

Charles Lieber, coautor del estudio, aseguró que uno de estos diseños se podrían colocar dentro del cuerpo realizando sólo una hendidura en el tejido que sea al menos tan ancha como la hija. Por ejemplo, en la propia piel o en el cráneo de una persona. El científico ha afirmado que «es difícil pero esencial proteger la complejidad y la fragilidad de los componentes electrónicos cuando se entrega. Además ha añadido que «los procedimientos tradicionales implican cirugía que haría un apertura igual equivalente al tamaño de la estructura».

Al respecto, este nanotecnólogo ha subrayado que «nuestra nueva malla electrónica es un millón de veces más flexible que lo fabricado con tecnología de última generación», dijo Lieber. Estos nuevos dispositivos. Estas hojas son como mallas de alambre de pollo, que dejan un 90% de espacio vacío. A los mismos, se pueden incorporar una amplia variedad de sensores.

En diferentes experimentos, los científicos inyectaron estas mallas en dos regiones cerebrales diferentes: «Cuando inyectamos estos dispositivos en un cerebro de ratón sin apenas daños físicos y consiguiendo registrar la actividad cerebral con éxito, sabíamos que estábamos en algo muy emocionante», dijo Lieber. Ya fuera por la flexibilidad y la delgadez de los cables o por su cualidad porosa, los investigadores destacan que esto ayudó a los dispositivos que se integraron en los tejidos.

Este científico destaca que «no hay tejido cicatricial o una respuesta del sistema inmune entorno a la malla tras su implantación, lo que contrasta con las sondas de mayor tamaño y más rígidas» y cree que todo esto podría transformar el estudio del cerebro y la medicina. En el futuro, los investigardores quieren probar si estos dispositivos inyectables pueden mantenerse establesdurante largos periodos de tiempo dentro del cuerpo. Estos implantes médicos podrían ayudar a registrar y estimular la actividad cerebrar en casos como el Parkinson. Según Lieber, incluso podría haber aplicaciones dirigidas a los ojos. 

La ciencia tras los dinosaurios de Jurassic World.

«Jurassic World» contará con una gran diferencia respecto a la trilogía original: la creación de los dinosaurios a través de la ingeniería genética. Algo que, según el paleontólogo Jack Horner, es más plausible que lo que ocurría en la película original.

El científico -como ya hiciera en las anteriores entregas- ha sido el encargado de asesorar a los creadores de la película. En esta ocasión, los dinosaurios se crean a través de modificaciones genéticas y no con ADN extraído de ámbar, una técnica que Horner asegura es más realista. «No tenemos ADN de dinosaurio pero podemos crear animales transgénicos. Lo bueno de hacer un híbrido es que podemos coger genes de otros animales y mezclarlos para crear un nuevo animal, que es mucho más plausible que traerlos de vuelta», ha explicado a Business Insider.

El paleontólogo ha señalado que, con una técnica similar a la que se utiliza en la película original, es decir, mezclar ADN intacto de dinosaurio -que aún no se ha encontrado- con ADN de rana, «básicamente tendrías una rana».

En «Jurassic World», los científicos del parque crean el Indominus Rex, el nuevo y terrorífico dinosaurio híbrido. Precisamente Horner se encuentra trabajando en un proyecto para crear un pequeño dinosaurio a partir de genes modificados de una gallina.

La relación entre las aves y los dinosaurios está probada científicamente. Lo que el paleontólogo está tratando de descubrir es qué camino genético llevó a los pájaros a convertirse en las criaturas que conocemos hoy en día y así poder darle la vuelta a la evolución de las gallinas. Quiere conseguir una especie de «gallinasaurio», una criatura con plumas, una cola que le ayude a mantener el equilibrio, pequeñas extremidades con garras y un hocico con dientes en lugar de un pico. La clave es encontrar los genes que crean un rasgo específico y así poderlo introducir en un animal. De este modo Horner asegura que «se puede crear un unicornio antes que un gallinasaurio». 

http://www.abc.es/ciencia/20150608/abci-ciencia-dinosaurios-jurasic-world-201506081711.html

El gusano de la planaria, secreto de la regeneración.

Un sistema de inteligencia artificial ha conseguido, por primera vez, reconstruir el mecanismo regenerativo de la planaria, un pequeño gusano cuya extraordinaria capacidad para regenerar partes de su cuerpo lo ha convertido en un modelo para la medicina regenerativa en humanos.

Biólogos de la Universidad de Tufts han presentado así el primer modelo de regeneración descubierto por una inteligencia no humana, que además es el primer modelo completo de regeneración de la planaria, un hito que los científicos llevaban más de cien años intentando conseguir. El trabajo se acaba de publicar en PLOS Computational Biology y demuestra a las claras cómo la «ciencia de los robots» puede ayudar a los investigadores humanos en el futuro.

Para ser capaces de reproducir por bioingeniería órganos complejos, los científicos necesitan primero comprender los mecanismos por los que esos órganos se fabrican normalmente. Sin embargo, según el biólogo Michael Levin, que ha liderado la investigación, existe una importante brecha en el conocimiento sobre los componentes genéticos exactos que se necesitan para que el cuerpo «fabrique» órganos con la forma, el tamaño y la orientación correctos.

«La mayoría de los modelos regenerativos actuales -explica Levin- se derivan de experimentos genéticos en los que se muestra qué genes regulan a qué otros genes. Y eso está bien, pero no nos dice cuál será la forma final del órgano. No se puede saber si el resultado de nuestros modelos genéticos de regeneración será un árbol, un pulpo o un ser humano».

Según Levin, eso se debe a que «la mayoría de los modelos existentes muestran solo algunos de los componentes necesarios para que el proceso ocurra, pero no la dinámica que nos llevará, paso a paso, a una forma concreta. Lo que necesitamos son modelos algoritmicos de construcción, que se puedan seguir de una forma precisa y que no dejen lugar al misterio o la incertidumbre. Una receta para seguir y obtener la forma que queremos.

Esta clase de modelos se necesitan para saber qué «disparadores» se podrían añadir a un sistema de ese tipo para causar la regeneración de partes concretas, u otros cambios que se requieran en la forma. Sin embargo, según afirma Daniel Lobo, primer firmante del artículo, tales herramientas aún no existen, a pesar de la montaña de datos experimentales publicados hasta la fecha sobre regeneración y biología del desarrollo.

Para conseguir dar este salto, Levin y Lobo desarrollaron un algoritmo que fuera capaz de aplicar computación evolutiva y producir redes reguladas y capaces de evolucionar de formas concretas, de forma que fuera posible predecir los resultados de los experimentos reales de laboratorio a partir de los datos introducidos por los investigadores.

«Nuestro objetivo -explica Lobo- era el de identificar una "red reguladora" que pudiera ejecutarse en cada una de las células de un gusano virtual para que los resultados de modelado cabeza-cola de los experimentos simulados pudieran coincidir los datos publicados».

Tal y como esperaban, las redes reguladoras iniciales, producidas al azar, no lograron reproducir ninguno de los datos experimentales. Así que se generaron aleatoriamente nuevas redes candidatas, combinando las anteriores y llevando a cabo variaciones al azar. Cada red candidata fue probada en un gusano virtual, simulando los experimentos reales. El algoritmo comparaba la forma resultante de la simulación con los datos de los experimentos reales. A medida que la evolución avanzaba, las nuevas redes empezaron a ser capaces de explicar más y más experimentos de la base de datos, incluyendo la mayoría de la literatura experimental sobre la planaria y su increíble capacidad de regeneración.

Finalmente, los investigadores aplicaron el algoritmo a un set de 16 experimentos regenerativos con planarias para averiguar si era posible hallar una red reguladora que explicara el proceso. Tras 42 horas de cálculos, el algoritmo devolvió la red deguladora que había descubierto, y resultó que predecía con éxito los resultados de cada uno de los 16 experimentos de la base de datos. La red incluía a siete moléculas reguladoras previamente conocidas, así como dos proteínas que hasta ahora no habían sido identificadas en ninguno de los estudios hechos hasta ahora con planarias.

«Esto represente el modelo más completo de regeneración de las planarias que se ha logrado hasta ahora -explica Levin-. Es el único modelo conocido que explica mecánicamente la determinación de la polaridad cabeza-cola en las planarias en experimentos muy diferentes entre sí, y es también el primer modelo regenerativo descubierto por una inteligencia artificial».

El trabajo supone una exitosa aplicación en el creciente campo de la «ciencia robótica», de la que Levin está convencido que podrá ayudar enormemente a los investigadores en su trabajo, gracias a su capacidad de analizar enormes cantidades de datos muy rápidamente.

Nueva diana terapéutica identificada para el tratamiento de la ELA.

Científicos del Instituto Gladstone y la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, han identificado un mecanismo celular al que dirigirse para tratar la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Los investigadores revelaron que niveles crecientes de cierta proteína clave protegen con éxito contra la muerte celular en las dos versiones de la enfermedad, genética y esporádica. Incluso, el tratamiento mediante esta vía también puede tener implicaciones para la demencia frontotemporal porque muchas de las mismas proteínas están involucradas.

La ELA, también conocida como enfermedad de Lou Gehrig, es un trastorno neurodegenerativo debilitante que conduce a la parálisis y la muerte debido a la pérdida de neuronas motoras en el cerebro y la médula espinal. Una característica principal de la ELA es una acumulación de la proteína TDP43, cuyo exceso resulta tóxico para las células. En el estudio actual, publicado en «Proceedings of the National Academy of Sciences», los autores identificaron otra proteína, hUPF1, que mantiene TDP43 bajo control, evitando así la muerte celular.

Investigaciones anteriores habían identificado hUPF1 como una posible diana terapéutica para la ELA, pero no estaba claro cómo esta proteína impedía la muerte celular. En el trabajo actual, los científicos analizaron la capacidad de hUPF1 para proteger contra la neurodegeneración mediante un modelo celular de la ELA y descubrieron que el aumento de los niveles de hUPF1 genéticamente extendió la supervivencia de las neuronas en un 50-60 por ciento.

El siguiente paso, desarrollar un fármaco
Analizando más a fondo, los investigadores revelaron que hUPF1 actúa a través de un sistema de vigilancia celular llamado degradación mediada por mutaciones terminadoras o NMD para mantener los niveles de TDP43 estables y mejorar la supervivencia neuronal. Este mecanismo de protección (NMD) monitoriza el ARN mensajero (ARNm). Si una pieza de ARNm es defectuosa, se destruye por lo que no puede llevar a producir proteínas disfuncionales que pueden dañar la célula.

Ahora parece que NMD también ayuda a controlar los niveles de proteínas, como TDP43, que se unen al ARN y regulan la unión. Como hUPF1 es un regulador maestro de NMD, alterarlo tiene un efecto de goteo en TDP43 y otras proteínas relacionadas.

Los científicos dicen que el siguiente paso es desarrollar un fármaco que puede apuntar a NMD --manipulando hUPF1 o a través de otras proteínas que afectan a este sistema-- para influir en los niveles de TDP43 y proteger a las neuronas.